El pasado sábado día 1 tuvo lugar en el jardín de Can Prunera el segundo Taller del Ciclo Arquitectura y Naturaleza, impartido por el arquitecto Pablo Amor. Siguiendo nuestra filosofía particular, comenzamos con una introducción teórica, donde los niños y sus familias pudieron aprender quién fue, qué creo y por qué fue tan importante el visionario arquitecto Richard B. Fuller. Ampliamente reconocido dentro del mundo de la arquitectura no sólo por sus creativas e inteligentes cúpulas geodésicas, si no por ser uno de los primeros hombres que, a principios del siglo XX, alertó de que el planeta tierra que habitamos es finito, igual que sus recursos naturales. Podríamos decir de él que nació antes de tiempo, porque la técnica de sus contemporáneos no se equiparó a la velocidad y autenticidad de sus ideas. Tuvieron que pasar años para que la tecnología estuviera preparada para asumir y comenzar a crear las obras de Fuller. Él no perdió el tiempo, ni la esperanza, y descubrió que la naturaleza es siempre más sabia y práctica que los seres humanos.
Una muestra de ello fueron sus ya famosas cúpulas geodésicas, utilizando la forma geométrica del triángulo como eje vertebrador para sostener incluso los materiales más pesados. Los niños asistentes al taller, junto con sus padres, pudieron construir de forma colaborativa varias de esas cúpulas, apreciando la fuerza y ligereza de la estructura, así como su durabilidad y facilidad de construcción. Cuando terminaron, crearon una pequeña ciudad con piezas de madera justo debajo de la cúpula principal, tratando de imitar el gran sueño que tuvo Fuller: construir uno de sus gigantescos domos sobre Manhattan, cobijando el distrito neoyorquino en un perpetuo abrazo geométrico.
El próximo sábado día 15 de noviembre realizaremos el último taller del Ciclo: La casa de Francis: arquitectura con barro. Descubriremos la inspiradora historia del famoso arquitecto burkinés Francis Kéré, diseñador de arquitecturas increíbles con materiales naturales y con la participación de las comunidades. Usando la técnica de la bobina, manipularemos el barro para construir pequeñas viviendas y una aldea colectiva.
