Todo arte es al mismo tiempo superficie y símbolo. Como observadores de las baldosas hidráulicas de Can Prunera no podemos negar que, el suelo, se ha convertido en sueño. Tenemos ante nosotros un pequeño paraíso al alcance de nuestras miradas y pisadas. Los coloridos patrones de una cada una de las baldosas han sido hecho a mano. Aunando tradición y modernidad, componen lienzos y alfombras coloridas. Las teselas visten lo soñado, porque cada detalle cuenta. Las salas, habitaciones, pasillos y recovecos de Can Prunera, nos desvelan una sinuosidad atrayente. Figuras míticas, naturaleza domada pero libre o una ornamentación llamativa nos obligan a no pasar de puntillas. Detengámonos en el instante y abracémoslo para hacerlo nuestro. De Pintura, artesanía, arquitectura, diseño, matemática e historia están hechas estas baldosas. Todo ello, en una tesela de 20 x 20 cm.
Cada habitación alberga un paraíso diferente. No hay dos estancias iguales, de igual forma que no hay dos seres humanos similares. Este gozo sensorial que experimentamos ha sido posible gracias al arduo trabajo de los arquitectos y diseñadores de Escofet en Barcelona y Huguet, en Campos, Mallorca. Ellos consiguieron reformar y crear de nuevo el lienzo discontinuo sobre el que andamos en Can Prunera. Un hermanamiento gremial con los artesanos de la vecina Marruecos, los únicos que todavía siguen realizando a mano este tipo de baldosas, fue necesario para disfrutar de este regalo. Ahora ya legado patrimonial y cultural de Sóller.
Superficie y símbolo, poesía enmarcada, lienzo y camino por recorrer. El Modernismo hizo hincapié en que los colores de las baldosas incitaran al descubrimiento y a la ensoñación. Los arquitectos y artesanos que ornamentaron los mosaicos de la Alhambra de Granada compartían un dicho que, con el paso de los siglos, podríamos considerar casi un rezo. Dice así: la búsqueda de la repetición es la atracción por la eternidad. Cada tesela de la Alhambra ha quedado bañada por esta máxima. Las de Can Prunera, también.
Si la cantante italiana Mina escribió que el cielo podía caber en una estancia, en una estrofa o en un verso, bien puede caber el paraíso en una baldosa hidráulica.