Uno de los grandes alicientes que tiene la Casa Modernista Can Prunera es su estrecha relación con la infancia y la niñez. En el tercer piso del museo, en el campo de juego de las Islas de la Curiosidad, más de 2.000 niños han dejado su huella en tan sólo ocho meses. Las escuelas de Sóller y el Port de Sóller se han volcado con el nuevo proyecto cultural del museo que aboga por una unión orgánica entre juego y aprendizaje. Durante los meses de julio y agosto, las escoletas de verano de Can Dulce, el Jardín Botánico, Son Angelats, l’Escola del Puig i l’Escola del Port de Sóller han visitado en varias ocasiones la casa modernista, bien mediante las visitas guiadas ofrecidas o para disfrutar en el campo de juego.
Hay una tendencia realmente bella que va más allá de sobrepasar la cifra de los 2.000 niños y es que la gran mayoría de niños procede de los colegios de Sóller y Port de Sóller. El colegio público Es Fosaret, de julio a noviembre, ha visitado Can Prunera en cinco ocasiones con alumnos de varias edades, que han mostrado su alegría al poder conocer más sobre Sóller y su particular historia. Sin ir más lejos, el Colegio Es Puig esta semana de noviembre, los días 25, 26 y 27, ha visitado el museo con los alumnos de cuarto, quinto y sexto de primaria para realizar un proyecto modernista. La escuela se ha volcado culturalmente con la simbología, historias, relatos y arte de la casa, abriendo nuevos horizontes creativos para los niños, que han participado activamente con su curiosidad innata e inteligentes preguntas.
El pequeño Toni, de 6 años, descubrió en la estatua Tette de femme (1974) de Joan Miró un nexo de unión entre el sueño y la realidad al ver una luna y una estrella grabadas en el anverso de la escultura. Noa, de 5 años, nos preguntó cuál era el motivo de que dentro de un cuadro de Nicolás de Staël estuvieran viviendo las matemáticas, por las formas geométricas, casi pitagóricas, que tiene esta obra. Hidaya, una joven marroquí de 7 años, vio en las baldosas hidráulicas de la sala principal de Can Prunera una conexión muy fuerte con Marruecos. Y no va desencaminada, porque gracias a la unión entre la empresa Huguet y expertos artesanos marroquíes, se pudieron restaurar las baldosas originales de la casa modernista. Intuición infantil en su máximo esplendor.
En las próximas semanas, nos visitaran 65 alumnos del Colegio Ágora, así como el CEIP Robert Graves de Deià, entre otros, para realizar un taller en el campo de juego.
